Secuelas de la inundación

La catástrofe climática que sufrió nuestra ciudad en agosto pasado, dejó heridas que en muchos casos, aun están lejos de cerrar. Cuantiosas pérdidas materiales, familias que perdieron todo y recuperaron poco y nada, ayudas que aun no llegaron pese a la magnitud de las donaciones recibidas y personas que pretendieron beneficiarse con una emergencia que les fue denegada por no corresponderles, fueron algunas de las muchas secuelas que dejó la inundación.
Reconocemos que la envergadura del desastre superó cualquier intento de prolija organización. Es cierto que se ayudó a mucha gente, pero no es menos cierto que, mientras algunos damnificados todavía esperan respuestas, otros a los que nunca les llegó el agua, no sólo consiguieron ropa y mercadería, sino que hasta pudieron hacerse de nuevos colchones.
Otra asignatura pendiente que sobre el mismo tema (secuelas) debe afrontar el Municipio y de hecho lo está haciendo, es sobre la cantidad de animales vacunos muertos que aún están en inmediaciones del Molino Quemado, con el riesgo que ello representa para el ambiente, además de los olores nauseabundos que deben soportar las personas que circulan por el lugar.
Al respecto el intendente Brasca nos informó que el Municipio tiene la mayor parte de sus maquinarias trabajando para mejorar la transitabilidad en las zonas anegadas, pero, en el transcurso de la semana, se procederá a trasladar o en su caso enterrar esos animales en el lugar donde se encuentran.