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Basílica de Luján: Misa con 1.000 velas por los fallecidos por Covid

Durante su homilía, el arzobispo de Mercedes-Luján, Jorge Eduardo Scheinig, expresó “Estamos en la Casa de María de Luján unidos a todas las comunidades de la Iglesia que peregrina en la Argentina. Rezamos especialmente por aquellas personas que han partido en este tiempo de pandemia y a causa del virus que la genera. Rezamos también por sus familiares y amigos que están tristes y sufren la ausencia de las personas queridas”.

Al respecto, el prelado advirtió que “Todos, algún día, tendremos que enfrentarnos a la experiencia de la muerte. Es una puerta que debemos atravesar. Es verdad que algunos de los numerosos rostros de la muerte pueden llegar a ser más apacibles, como cuando una persona anciana hace su partida de manera natural. Pero otros de sus rostros, están llenos de dramatismo y aflicción, y a los que nos quedamos, la separación de las personas amadas, nos causa un dolor indescriptible”.

En tal sentido, Monseñor Scheinig señaló la necesidad de rezar mucho, “porque frente al misterio de la vida y de la muerte -la vida y la muerte van siempre juntas- los seres humanos estamos como desarmados, sobrepasados, impotentes y sólo Dios puede revelarnos el sentido de lo que nos pasa y por qué nos pasa. Y si por momentos, algunos ni siquiera tienen fuerzas para elevar una plegaria, ahí debe estar la Iglesia, la comunidad cristiana, que con fraternidad reza por las personas que no pueden hacerlo”.

Rezar por los que partieron

“Los cristianos debemos permanecer junto a ellas sosteniéndolas en silencio y con máximo respeto. Para eso estamos aquí, para interceder, para rezar con fuerza por aquellos que partieron y por los que siguen en el camino de la vida sin o con pocas fuerzas. Además, lo hacemos junto a María de Luján y con ella, que siempre ruega por nosotros, también y muy especialmente en la hora de nuestra muerte, simplemente porque es nuestra Madre”.

“Es fundamental ir a Jesús, escucharlo, contemplarlo, seguirlo. Él tiene la llave que abre la puerta de la muerte. Él ha sido el primero en pasarla y detrás de Él, vamos todos nosotros”, afirmó.

Camino de la cruz

Por eso, continuó Scheinig, el Evangelio según San Juan “nos habla de los últimos momentos de la vida del Señor: de su condena, del camino doloroso, de su cruz, de estar clavado a ella, de la donación que nos hace de Su Madre como Madre nuestra y de su propia entrega a las Manos del Padre. Jesús es un hombre joven e inocente a quien condenan injustamente a la muerte y además, lo hacen pasar por el calvario del dolor físico, la soledad y el abandono. Jesús experimentó una muerte cruel”, describió .

“Todas las personas nos conmovemos frente a su Vía Crucis, y a los que tenemos fe en Él, porque lo contemplamos y reconocemos como al Hijo de Dios hecho hombre en la cruz, nos llama mucho la atención que en medio de semejante experiencia de dolor y desgarro, el Señor, nos entregue a su Madre y Él mismo se entregue con infinita confianza en las manos amorosas del Padre. Con su vida nos está diciendo que la vida es para entregarla”.

Atravesados por el dolor

“Queridas hermanas y hermanos, el mundo, la Argentina, todos nosotros, estamos atravesados por el dolor y se hace imprescindible darle un sentido a lo que estamos viviendo y ayudarnos unos a otros a saber cargar esta pesada cruz, que a muchas familias las ha quebrado”.

Estoy seguro que en esta Palabra que proclamamos hay un valioso mensaje para poder enfrentar el momento presente y por eso, quisiera poder trasmitirles tan siquiera un poco, de esa fuerza transformadora que tiene la muerte del Señor sobre toda muerte. Sí, su muerte y resurrección transforman todo, porque Jesús es una Luz inagotable y una Fuente eterna en la que podemos encontrar un sentido nuevo tanto de la vida, como de la muerte (InfoGEI)Jd