Investigadores del Conicet avanzan en el desarrollo de una vacuna contra la toxoplasmosis
Investigadores del Instituto Tecnológico de Chascomús (Intech) probaron una formulación contra la toxoplasmosis en ratones y lograron generar una buena respuesta del sistema inmune, acompañada por la reducción de los signos clínicos de la afección y de la carga parasitaria en el cerebro.
La toxoplasmosis es una enfermedad zoonótica, es decir que afecta tanto a animales como a seres humanos, ampliamente distribuida a nivel mundial –se estima que la padece entre el 20 y el 30 por ciento de la población– que en general no implica complicaciones clínicas importantes.
Asociada popularmente a los gatos, en los seres humanos es principalmente trasmitida en realidad por la ingesta de carnes mal cocidas, frutas y verduras mal lavadas o aguas contaminadas y, por ser asintomática, muchas personas la padecen sin saberlo.
El mayor riesgo se da durante el embarazo, donde la infección congénita puede derivar en malformaciones en el feto o problemas neurológicos para el bebé, o incluso en abortos; y en el caso de personas inmunodeprimidas, ya que una baja en las defensas facilita la reactivación de Toxoplasma gondii, el parásito causante, alojado en el cerebro de forma latente.
Enfocados en la búsqueda de una vacuna contra T. gondii, investigadores del Intech, Conicet-Unsam probaron con éxito una formulación compuesta por fragmentos de una proteína presente en la superficie del parásito y otra de origen vegetal, que fue inoculada vía oral en modelos animales, logrando reducir los signos clínicos de la enfermedad y la cantidad de quistes en los que se aloja el parásito.
La investigación
«Hay proteínas que pueden funcionar como inmunógenos para desarrollar una vacuna contra el patógeno. Elegimos la proteína SAG1, que está en la membrana de la superficie de T. gondii «, comentó Marina Clemente, una de las autoras del estudio que fue publicado este jueves en la revista científica Frontiers in Plant Science.
En ese sentido, la especialista contó que se usaron de la proteína «unas moléculas dentro de las que están los epítopes, que son los fragmentos que reconoce el mecanismo de respuesta de nuestro cuerpo».
«Utilizamos las regiones que T. gondii presenta al sistema inmune, pero al ser solamente una porción de una proteína, la respuesta inmune no es tan potente. Entonces, necesitamos utilizar sustancias que potencien esa respuesta», apuntó Edwin Sánchez López, co-primer autor del trabajo.
El equipo desarrolló una formulación basada en la fusión de los fragmentos antigénicos de SAG1 con una proteína vegetal, denominada HSP90, extraída de una planta modelo conocida por su buena capacidad adyuvante y estabilizadora de péptidos y proteínas.
Una vez obtenida la nueva proteína, los profesionales la probaron en modelos animales: a un grupo de ratones lo inmunizaron con la proteína purificada y a otro con el extracto vegetal de N. benthamiana. «Vimos que los ratones que recibieron el extracto tuvieron mejor respuesta inmune», comentó el experto.
Según explicó Mariana Corigliano, también co-primera autora del trabajo, «el péptido utilizado tiene la capacidad de desencadenar no solo una respuesta inmune con producción de anticuerpos específicos, sino que también genera compuestos intermediarios necesarios para combatir el establecimiento de la enfermedad en sus fases tempranas, lo que se traduce en un menor número de parásitos en el hospedador».
Las pruebas arrojaron que se logró una reducción del 60 por ciento de formación de los quistes en los que el parásito se esconde, generalmente en el tejido muscular y el cerebro, y de los signos clínicos de la enfermedad.
«Estos resultados se obtuvieron utilizando solo una proteína del parásito. La idea es sumar más proteínas para potenciar la eficacia de la vacuna. Estos avances demuestran que es factible el uso de estas plataformas vegetales como un sistema más, alternativo a todos los disponibles para la producción de vacunas», concluyó Clemente.
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